Sus efectos en el sistema nervioso, las articulaciones, los músculos, los huesos, los órganos y en nuestra energía sutil.
El movimiento expresivo energético.
Sistema nervioso
A nivel cerebral, el movimiento rítmico y repetitivo nos ayuda a pasar de la corteza cerebral al cerebelo y al sistema límbico (bulbo raquídeo). Esto nos lleva a conectarnos con zonas menos conscientes de nuestra mente. El hecho de trabajar con música y por imitación nos desplaza de nuestro hemisferio izquierdo cerebral hacia el hemisferio derecho. Así provocamos el despertar de antiguas memorias, sensaciones y percepciones no habituales: es nuestra manera de entrar a otros estados de conciencia. Este movimiento se lleva a cabo respetando cauces específicos y ordenados, tanto orgánicos como energéticos, ordenando nuestra energía, primero hacia los centros bajos, plexos nerviosos inferiores y luego hacia los superiores. Esta forma de trabajo posibilita que a medida que la nueva conciencia se despierta, también se encauce, impidiendo el caos.
Nuestra educación normalmente se restringe a la corteza cerebral y al hemisferio izquierdo, lo cual nos va distanciando de nuestros niveles instintivos y de percepción global y creativa de la realidad. Este fue nuestro recurso como cultura “occidental” para civilizarnos. Sin embargo, hay un conocimiento más profundo en nuestro organismo y en distintas partes de nuestro cerebro, del cual nos estamos perdiendo. Como seres humanos estamos preparados para una evolución más completa, que incluye la sabiduría de nuestro organismo e instintos y no sólo su represión. El desarrollo de nuevas conexiones entre nuestros hemisferios cerebrales y el acceso de nuestra conciencia al sistema límbico no sólo es posible sino también necesario para nuestro autoconocimiento y posibilidad de crecimiento.
Sistema muscular, circulatorio y respiratorio
Los músculos relajados se estiran, trabajando se acortan. Normalmente los mantenemos con contracturas crónicas innecesarias. Esto nos produce cansancio y dolor. Desconocemos nuestras posibilidades motrices, de fuerza y de flexibilidad. Todo nuestro sistema reflejo está dormido y sólo aparece en caso de peligro- o a veces, en el baile para quien se lo permite- pero no en la vida cotidiana.
Tratar de seguir libremente el ritmo de la música, nos ayuda a activar reflejos dormidos, a pesar de que muchos de ellos están asociados con lo grotesco, lo “inmoral” o lo “no debido” por su relación con nuestros instintos.
Debido a esto, necesitan un ambiente resguardado, sin prejuicios e intenciones claras para recuperarlos. Muchas veces esta recuperación nos conecta con memorias dolorosas de tempranas frustraciones, lo que nos posibilita trabajar sobre este aspecto. Las contracturas crónicas tienen relación directa con el hábito de sostener actitudes aprendidas socialmente. Cualquier actitud mental-emocional nos obliga a cierta postura corporal. Estas posturas no son necesarias a nivel orgánico y con el tiempo se tornan insalubres ya que oprimen órganos e inhiben el libre trabajo de nuestra respiración, así como de la circulación sanguínea y linfática.
El movimiento expresivo-energético incide directamente en este sentido, ayudando a disolver contracturas crónicas, a través de la expresión de estas actitudes congeladas, cerrando ciclos expresivos, haciéndolos conscientes y dándonos la oportunidad de elegir, si los queremos, continuar su reproducción o bien ampliar y variar nuestra gama expresiva y motriz.
El desarrollo disparejo de nuestro sistema muscular se va dando desde la niñez, ya que desde esta etapa comienza nuestra educación y capacidad de imitación e identificación como forma de aprendizaje. Tendemos a pararnos como nuestros padres, abuelos, hermanos, etc; reproducimos gestos y actitudes de acuerdo con la aceptación o el rechazo, la identificación, etc.
Nuestra historia familiar queda así registrada en nuestro cuerpo y a medida que abrimos nuestra conciencia hacia él, la podemos recuperar y transformar para así crear nuestra propia historia.
No basta el trabajo a nivel físico, como no alcanza sólo el trabajo emocional ni el mental. Debemos trabajar en los tres niveles, que a su vez abren el cuarto: de conexión y conciencia con nuestro nivel de energía sutil. Podemos encontrar un punto de apoyo más profundo y real que la aceptación externa, que las reglas “morales” exteriores. Tenemos razones profundas para estar “aquí-ahora”. En el momento que lo vamos descubriendo, nuestros miedos y “actitudes” se vuelven inútiles.
Huesos -articulaciones
El crecimiento de los huesos se estimula desde el funcionamiento muscular y tendinoso de dos maneras: por la tracción que músculos y tendones ejercen sobre ellos y por la circulación que el movimiento provoca, a través de la cual los huesos se nutren. Una contractura crónica siempre va acompañada por otra zona de poco tono muscular. Esto provoca desarrollo disparejo de los huesos y mal acomodamiento de articulaciones.
En el caso de la columna vertebral es muy claro cómo su desarrollo está condicionado por estos factores, ya que al consistir en un sistema de periódicas articulaciones, éstas se acomodan según una mayor o menor tensión muscular, misma que obedece a su vez a las presiones mentales, emocionales o vitales que recibe la persona.
Si además recordamos que de cada espacio intervertebral sale un par de nervios hacia cada órgano, comprenderemos la relación entre el buen funcionamiento de nuestros órganos internos, la posición de nuestra columna vertebral y nuestra salud emocional.
“Consideramos salud emocional a la posibilidad de transitar libre y sin identificarnos con nuestras emociones, sin quedar crónicamente fijados en alguna de ellas”, señala María Adela Palcos, fundadora y directora del Instituto Río Abierto. Esto sólo se consigue con un trabajo consciente y constante. “Todos los días debemos quitar las hierbas del jardín”, dice Sabattini, inspirador y guía de nuestro sistema de trabajo y aprendizaje. El desapego de nuestra personalidad sólo es posible a través del desarrollo de nuestra conciencia esencial.
Volviendo a las articulaciones: el movimiento defectuoso las enferma y el movimiento correcto las cura (Hugo Ardiles, kinesiólogo, psicólogo e instructor de este sistema). Esto lo hemos comprobado una y otra vez, en casos en que la medicina alopática hubiera recurrido a la cirugía. Con este trabajo las personas no sólo se curaron sino que además adquirieron una nueva conciencia de sí mismos.
El masaje
En relación con el masaje circulatorio, se aplican los mismos principios en cuanto a la entrada a otros estados de conciencia, con la variante de que el trabajo es individual y con contacto físico. Trabajamos a lo largo de los meridianos de acupuntura, disolviendo contracturas que obstaculizan la libre circulación de la energía, propiciando la conexión de la persona con el contenido y la expresión de las emociones o vivencias depositadas allí y ayudándole a abrir y transitar zonas del cuerpo que se encuentran apartadas de la conciencia habitual: pueden ser los talones, la nuca, los dedos de los pies o cualquier zona que no por obvia y evidente está integrada a nuestra conciencia (los dedos de los pies los podemos usar para agarrarnos o para avanzar; cuando cualquiera de estas funciones está inhibida genera grandes dificultades).
Consideramos necesario este trabajo para nuestro desarrollo como seres humanos. En este sentido, tomamos las enfermedades de dos maneras:
1.- Como el mejor camino que pudo encontrar nuestro organismo para atravesar una dificultad específica.
2.- Como señal de una profunda necesidad de cambio o transformación de algún aspecto nuestro y si es atendida nos llevará necesariamente a un mayor desarrollo de nuestra conciencia y de nuestra condición como seres humanos.