Quisiera abordar este tema desde la perspectiva del yin y el yang, conceptos chinos universales de lo femenino y lo masculino, que incluyen a los seres humanos. Ellos llaman yang a la fuerza activa, lo radiante, caliente, expansivo, fuerte y yin a lo receptivo, frío, pasivo, sensible, suave. El sol sería entonces yang y la luna y la tierra serían yin. El día es yang y la noche yin, y aquí entra un concepto fundamental: lo yang se puede convertir en yin, y viceversa: después del día llega la noche, y después de la noche llega el día. Nuestra energía pasa de activa a pasiva, y de pasiva a activa. En el Universo hay una transformación constante de yang a yin y de yin a yang.
Esto no significa que los hombres se van a convertir en mujeres y viceversa, sino que tanto hombres como mujeres puedan participar de esta polaridad y fluctuación. Por su sexualidad, los hombres pertenecen a la polaridad yang, y las mujeres a la polaridad yin. Pero esto no significa que cada uno de los géneros esté constreñido a ser puro yang o puro yin por ser varón o por ser mujer. Tanto mujeres como varones necesitamos nuestra fuerza y sensibilidad, necesitamos desarrollar nuestra posibilidad de acción como nuestra posibilidad pasiva, paciente.
Las mujeres nos quejamos de que los hombres son a veces “brutos” y poco sensibles, pero desde pequeños los enseñamos: los hombres no lloran, los niños no juegan con muñecas… impidiéndoles desarrollar su sensibilidad, su suavidad, como si en esto fuera a perder su virilidad. Sin embargo, esto es una condición biológica; no la pueden perder más que con operaciones o tratamientos hormonales específicos e incluso eso es incierto. De igual forma, una mujer no va a dejar de serlo por desarrollar su parte activa y fuerte: los seres humanos necesitamos un mayor equilibrio interno para alcanzar, como humanidad, un mayor y real equilibrio.
Una mujer puede ser una esposa amorosa y una madre cuidadosa y a la vez desarrollarse como profesionista y estar activa socialmente. Y un varón puede desarrollarse socialmente con éxito y a la vez ser un padre amoroso y un esposo sensible y tierno.
No es necesario ni saludable para ninguno de nosotros coartar nuestro desarrollo de la polaridad yin ni de la yang: las mujeres tenemos necesidad de usar nuestra fuerza, nuestra inteligencia y de desplegar nuestra capacidad activa, así como los hombres tienen necesidad de usar y desarrollar su sensibilidad, su paciencia, su pasividad.
Así como no podemos pretender que la noche o el día duren eternamente, no podemos pretender, como seres humanos, estar siempre activos, o siempre pasivos; ser siempre fuertes o siempre débiles. Necesitamos aprender a fluctuar más, a intercambiar nuestros roles para vivir más plenos y sanos. De lo contrario, puede llegar a ocurrir que si sólo con alcohol puedo llorar o expresarme tiendo a volverme alcohólico, o que sólo con anfetaminas puedo encontrar o sostener mi actividad.