El efecto que tiene un cuento de hadas en el alma es espontáneo, elemental y, por lo tanto, permanece en el inconsciente.
Rudolf Steiner
Hace mucho tiempo, en la época previa a la escritura, la sabiduría de los pueblos se mantenía a través de la oralidad. Las tradiciones y experiencias de un pueblo estaban vivas mientras vivieran en la mente de los hombres. Para que los conocimientos fueran más sencillos de memorizar se entremezclaron con proverbios, refranes, versos, personajes arquetípicos y marcos temáticos comunes (Ong, 1982) De esta forma, los cuentos se convirtieron en receptáculos de la sabiduría popular.
Con la llegada de la escritura, los cuentos comenzaron a plasmarse por escrito. Los hermanos Grimm, por ejemplo, salieron a recorrer las aldeas de Alemania en busca de abuelas y abuelos que pudieran recordar los cuentos que les contaban de niños y con ese material formaron su primer libro: “Cuentos de la infancia y el hogar” en 1812. Estos cuentos, sin embargo, se siguieron transformando y adaptando. Cada escritor le imprimía su propia sensibilidad y lo modificaba de acuerdo con sus creencias y prejuicios.
La aparición del cristianismo también modificó varios aspectos de los cuentos. Las hadas se convirtieron en ángeles, las curanderas en brujas y los animales mágicos en demonios. Los elementos sexuales, escatológicos y sangrientos se matizaron o eliminaron para no ofender a las conciencias puritanas. Sin embargo, y gracias al lenguaje simbólico que usan los cuentos, aún es posible desenterrar sus secretos. Conociendo las claves y analizando su significado es posible encontrar su sabiduría oculta.
La interpretación psicológica
Los cuentos de hadas hacen eco en cualquier persona porque abordan temas, emociones y conflictos presentes en toda la humanidad. La mayoría de estos cuentos habla sobre la tarea principal del ser humano: encontrar el sentido a la vida.
El mensaje central de estos cuentos es que los obstáculos en la vida son inevitables. Sólo enfrentándolos con valentía se pueden vencer, aprender de ellos y salir victoriosos. El final -siempre feliz- de los cuentos de hadas nos da la esperanza de que encontraremos la solución a nuestros dilemas. Sin esta esperanza nadie se atrevería a correr los peligros de la vida. (Bettelheim, 1989)
El héroe de un cuento de hadas siempre comienza con un problema; pasa por una serie de dificultades; encuentra amenazas y tentaciones, así como seres mágicos que lo ayudan y protegen y, al final, convertido en una persona más madura, vence los obstáculos y recibe un premio.
Los cuentos representan en un lenguaje fantástico el desarrollo sano de un ser humano, y al hacerlo a través de imágenes atractivas, incitan al niño a querer vivir la aventura de su propia historia. (Bettelheim, 1989)
El proceso de transformación del héroe
A nadie le gusta crecer.
Si fuera por nosotros, nos mantendríamos siempre como unos eternos niños en casita con mamá y papá. Sin embargo, sólo se aprende a través de las experiencias y para esto es necesario salir al frío del mundo.
Por lo tanto, lo que obliga al héroe de los cuentos a salir de su casa es generalmente algo externo, impuesto por el otro. A Cenicienta, se le muere su madre y aparece en su vida la madrastra. A Hansel y Gretel, sus padres los dejan abandonados en el bosque. A Caperucita, la mandan a cruzar el bosque con un mandado…
El bosque, en los cuentos de hadas, simboliza la llegada al mundo interior. Ese mundo habitado por nuestros peores demonios, pero también por nuestros sueños y anhelos más profundos. Es el lugar al que vamos para encontrarnos con nosotros mismos. (Bettelheim, 1989)
Adentro del bosque, el héroe se encuentra lejos de la seguridad de su casa infantil y se ve obligado a utilizar sus propios recursos para salir adelante. Un niño que es sobreprotegido por su madre jamás aprenderá a valerse por sí mismo. Para esto es necesario desprenderse de los padres, aunque este desprendimiento cause una sensación de aislamiento y soledad profunda. Ahí es donde comienza el proceso de transformación.
La Cenicienta
Para comprender el simbolismo de los cuentos de hadas tomaremos como ejemplo el cuento de La Cenicienta en la versión de los hermanos Grimm.
El cuento de la Cenicienta comienza con la muerte de su madre y la llegada de la madrastra y sus hermanastras, quienes la degradan obligándola a trabajar y servirlas. El niño que escucha el cuento de Cenicienta puede sentirse inmediatamente identificado con su situación. El también se ha sentido relegado y rechazado por sus padres. Con la llegada de la etapa escolar el niño puede sentir que sus padres han cambiado: de ser totalmente complacientes, ahora han comenzado a ponerle límites, imponerle demandas y expectativas. A los ojos del niño sus demandas son abusivas e injustas y comienza a sospechar que él ha hecho algo mal para merecer este trato.
El que Cenicienta duerma junto al hogar, entre las cenizas, simboliza dos cosas. Por un lago, el hogar representa a la madre: el deseo de regresar a la madre buena de la infancia. Por otro lado, las cenizas -de donde obtiene su nombre- simbolizan la suciedad y la bajeza., dos cosas que el niño siente que merece. (Bettelheim, 1989)
¿Por qué habrá de sentirse sucio y degradado? Durante la etapa de entre 3 y 5 años el niño atraviesa por la etapa edípica en donde se enamora del padre del sexo opuesto y desea, inconscientemente, eliminar al progenitor de su propio sexo. La niña desea ser la única ante los ojos de su padre y sabiendo que su madre es un obstáculo, desearía “matarla”. Estos deseos inconscientes producen culpa y de ahí la sensación de sentirse merecedor de la misma degradación que vive Cenicienta.
“El hecho de sentirse indigno del amor de sus padres, en un momento en donde el deseo de sentirse amado es muy fuerte, lo lleva a sentir rechazo, aún cuando en realidad no exista tal rechazo”. (Bettelheim, 1989)
Durante el desarrollo normal, la niña se da cuenta que su padre no la elegirá como pareja sentimental pues prefiere a su madre (en el cuento simbolizado por la llegada de la madrastra). Cenicienta se siente totalmente abandonada, pues ya no tiene el amor de su padre ni el de su madre, así que se refugia en el recuerdo idealizado de su madre buena.
En la versión de los hermanos Grimm, Cenicienta visita frecuentemente la tumba de su madre. En la tumba crece un árbol que ella misma sembró, regado por sus propias lágrimas y en donde vive un pájaro blanco que tiene el don de cumplir sus deseos.
Los árboles, los animales y la naturaleza representan los aspectos ancestrales del ser humano, es decir, su sabiduría intuitiva. En el proceso de crecimiento necesitamos aprender a escuchar nuestra propia intuición; volvernos ajenos al mundo externo por un tiempo para conectar con nuestra esencia. Por esta razón es que tantos héroes y heroínas en los cuentos de hadas se refugian por un tiempo en la naturaleza. Ahí descubren a los animales y seres mágicos que les brindarán ayuda y recuperan su fortaleza interna.
Cuando llega la invitación para asistir al baile del príncipe, Cenicienta se siente confiada de pedirle a su madrastra permiso para asistir. En esta versión del cuento, la madrastra le dice que podrá ir siempre y cuando realice dos veces una tarea casi imposible: sacar de entre las cenizas de la hoguera un plato de lentejas regadas, dividiendo las buenas de las malas, en menos de dos horas. Cenicienta logra cumplir la hazaña en dos ocasiones con la ayuda de los pájaros del bosque. Sin embargo, la madrastra no cumple su promesa y no la deja ir al baile, puesto que no tiene ropa adecuada. En cuanto se han ido todas al baile, Cenicienta corre a la tumba de su madre y le pide al pájaro blanco del árbol que le de un vestido y unas zapatillas. Así vestida, aparece en el baile del príncipe y él queda deslumbrado por su belleza.
En esta versión, a diferencia de la de Perrault en donde es una hada madrina la que aparece mágicamente para dotarla de un vestido, Cenicienta es un personaje con iniciativa propia. Ella decide encontrar la forma para asistir al baile. El hecho de regresar a la tumba de su madre para obtener la ayuda “simboliza que la memoria de la madre idealizada de la infancia, cuando es mantenida como una parte viva e importante en la experiencia interna de una persona, puede apoyarnos aún en las peores adversidades”. (Bettelheim, 1989)
Durante el primer año de vida de un niño si éste tuvo una experiencia buena de maternaje, desarrollará un sentido de confianza básica ante la vida que lo ayudará a enfrentar los obstáculos de la vida (Erikson). Esta confianza básica es la que se expresa de manera simbólica a través del árbol y el pájaro blanco. (Bettelheim, 1989) Gracias a estas experiencias positivas, Cenicienta tiene la suficiente iniciativa para salir adelante utilizando sus propios recursos.
El baile dura tres noches. En cada ocasión, aparece Cenicienta vestida con los mejores trajes y las tres noches el príncipe no puede quitarle los ojos de encima. Cada noche le pide acompañarla a su casa, pero ella logra escapar. Cuando regresa su familia a casa la encuentran vestida como siempre sentada junto al hogar. La última noche, sin embargo, el príncipe decide tenderle una trampa. Cubre las escaleras del palacio con brea para que su zapatilla quede pegada y él pueda reconocerla con eso.
Aquí surge otra diferencia con la versión de Perrault. En esa versión, el príncipe manda a un lacayo a buscar la dueña de la zapatilla, pero en la versión de los hermanos Grimm es el mismo príncipe quien busca a la doncella. Esto resulta significativo porque el príncipe ve a Cenicienta tal cual es, sin sus vestidos elegantes y la elige por sus cualidades internas y no por su apariencia externa. El amor verdadero solo podrá existir cuando la pareja acepta al otro en su esencia más profunda.
Al llegar a la casa de Cenicienta, las primeras en probarse el zapato son las hermanastras. A la primera hermanastra, la zapatilla no le queda pues su dedo gordo era demasiado grande. La madrastra le pasa un cuchillo y le dice: “Córtate el dedo, al fin que cuando seas reina no tendrás que caminar”. La hermanastra lo hace y logra meter su pie en la zapatilla. El príncipe no se da cuenta y se la lleva en su caballo hacia el palacio. En el camino, sin embargo, los pájaros del bosque cantan advirtiéndole que esa no es la novia correcta pues tiene sangre en el zapato. El príncipe se da cuenta y regresa a la casa. Esta vez es la segunda hermanastra la que se prueba la zapatilla y para que pueda quedarle su madre le ordena que se corte el talón. El príncipe, por segunda vez, no se da cuenta y los pájaros del bosque le advierten de la sangre en el zapato.
Las hermanastras no se detienen con nada ante la posibilidad de casarse con el príncipe. Mutilar una parte de sí mismas representa la capacidad de las hermanas de cortar una parte de su ser con tal de conseguir el amor del príncipe. Pero el cuento nos indica que esa no es la forma de acceder al amor de pareja. Únicamente a través de la aceptación de uno mismo es que podremos tener el amor del otro.
El príncipe, finalmente, regresa a la casa preguntando por la otra hija. A regañadientes, la madrastra manda llamar a Cenicienta quien llega vestida como sirvienta. Esto simboliza que Cenicienta desea que el príncipe conozca su verdadero ser y que la ame por eso y no por una apariencia. (Bettelheim, 1989)
La zapatilla –que tiene una connotación sexual- le queda perfectamente bien a Cenicienta. A diferencia de sus hermanas que activamente buscaron la forma de quedarse con el príncipe, Cenicienta espera pacientemente a que él venga por ella. De tal forma expresa una sexualidad femenina –pasiva y receptiva- en lugar de agresiva como las hermanastras. Sin embargo, el hecho de que ella misma se mida el zapato simboliza su deseo de participar en el acto sexual. También tendrá iniciativa propia, aunque desde su feminidad. (Bettelheim, 1989)
En ese momento, Cenicienta está aceptando su propia sexualidad y feminidad. El hecho de que ella saque su pie del zapato de madera para medirse la zapatilla simboliza el tránsito hacia la madurez. Finalmente, ha logrado aceptar su sexualidad como una parte de sí misma y como algo que –en lugar de hacerla sentir culpable y sucia- la hace bella, deseable y femenina.
Así como las niñas adolescentes buscan ocultar su cuerpo cuando éste empieza a cambiar, Cenicienta se había mantenido oculta bajo los vestidos viejos y los zapatos de madera. Si bien una parte de ella deseaba vivir su sexualidad –representado por el hecho de que hace todo por ir al baile- otra parte de ella seguía siendo temerosa. Como en cualquier proceso normal de desarrollo, Cenicienta avanza y retrocede: va al baile pero termina siempre huyendo del príncipe.
El cuento termina con el matrimonio de Cenicienta y el príncipe, pero como en todos los cuentos de hadas, hay un castigo para los personajes malvados. En el camino a la ceremonia, las hermanastras son atacadas por unos pájaros que les sacan los ojos, “y así fueron condenadas a estar ciegas por el resto de sus días a causa de su maldad y falsedad”.
Los cuentos como alimento para el alma
Los cuentos de hadas tienen mensajes inscritos en muchos niveles. En el nivel más superficial el mensaje de Cenicienta es que la autenticidad y la bondad terminarán venciendo sobre la maldad y la falsedad. Sin embargo, el cuento también habla del proceso de transformación interno de una persona, incluyendo temas sexuales y edípicos que resultaría amenazante abordar de manera directa.
Los simbolismos actúan de manera inconsciente en el niño que los escucha. Cada niño tomará de las imágenes del cuento las que resuenen con sus propios conflictos internos. Aún cuando él no sea capaz de explicar estos conflictos de manera racional, puede sentir que hay “algo” en el cuento que le llama la atención. Estas imágenes quedan impregnadas en el alma del niño y lo acompañarán durante su proceso de desarrollo.
Entender el significado y simbolismo de los cuentos de hadas sirve al narrador de historias para dotar sus cuentos de una intencionalidad más potente. Sin embargo, el hecho de hacer explícito el mensaje de los cuentos haría que éstos perdieran por completo su efecto. El efecto de los cuentos de hadas es tan fuerte porque aborda temas existenciales del ser humano pero de una forma no amenazante. El niño puede sentirse identificado con los personajes del cuento porque sabe que no está exponiendo sus propios conflictos (conflictos que seguramente ni él mismo es capaz de entender).
Los cuentos de hadas son un territorio seguro para el niño. Sabe que en el cuento todo saldrá bien, los buenos serán recompensados y los malos castigados. Esta estructura le ayuda al niño incluso a entender su propio mundo interior, a veces percibido como caótico y angustiante. A través del cuento, el niño deposita y estructura sus angustias y miedos. Al ponerlos afuera de sí mismo podrá comenzar a hacerlos conscientes y con el paso del tiempo, introyectarlos a su propia experiencia.
Dependiendo del nivel de conciencia y madurez del niño (o adulto) que escucha el cuento los mensajes serán descifrados. Incluso un mismo cuento puede ser reinterpretado dependiendo de la edad y el momento de vida del oyente. Y aún cuando los mensajes no sean comprendidos de manera conciente, su significado quedará oculto en el alma de cada persona esperando el momento propicio para que pueda ser comprendido.
“El alma necesita que la sustancia de los cuentos de hadas fluya a través de sus venas espirituales”.
Rudolf Steiner
Referencias Bibliográficas:
Bettelheim, B. The Uses of Enchantment: The meaning and importance of fairytales (1989) Vintage Books Edition, E.U.A.
Grimm, Grimm’s Complete Fairytales (1993) Barne’s and Noble, E.U.A.
Ong, W. Oralidad y escritura: Tecnologías de la palabra (1982) Fondo de Cultura Económica, México D.F.
Steiner, R. The Poetry and Meaning of Fairytales (1913) Berlin, Alemania